Y Times Square apareció ante nuestro ojos en todo su esplendor!!!
Llegar a un lugar que sólo conoces por las películas y darte cuenta que es exactamente como lo imaginabas pero en versión XXL. Eso es lo que sentimos al descubrir Times Square.
Creo que el primer día de vacaciones es el que más nervios hacemos, no sabemos que nos vamos a encontrar en nuestro destino o si el vuelo será muy largo para el niño, un montón de emociones encontradas que se repiten siempre que vamos a lo desconocido.
Tienes que estar en el aeropuerto con dos o tres horas de antelación para vuelos internacionales, por lo que se eterniza la espera para embarcar, sabes si la escala es muy corta o muy larga para cambiar de avión y te vienen a la cabeza un montón de pensamientos, que sólo sirven para incrementar lo que yo denomino «tensión prevuelo». Y mira que me gusta volar!!, pero no puedo evitar esa sensación justo antes de subir al avión.
Todo lo contrario que le pasa al peque, él está feliz, contento, emocionado, sonriente y expectante ante la nueva aventura, y adora los aviones hasta el punto de tener clarisimo que de mayor será piloto para poder viajar alrededor del mundo, sigue sorprendiéndome que siendo tan pequeño disfrute tanto viajando.
Nuestro vuelo con la compañía Air France, salía a las 7 de la mañana y teníamos una escala de hora y media en Paris Charles de Gaulle. La llegada a Nueva York al aeropuerto JFK estaba prevista para la 1 del mediodía hora local.
Aquí haré un pequeño apunte sobre el tema de vuelos y precios. En nuestro caso cogimos la ida con escala y la vuelta con vuelo directo. Nos decidimos por esta combinación porque era la que más económica salía con el vuelo de vuelta directo. Ya lo he dicho varias veces que nosotros volamos según oferta, es decir, siempre barajamos varios destinos y nos decidimos normalmente por el que mejor sale de precio en vuelos, porque según donde quieras ir sale mejor ir en unos meses que en otros.
En este caso, Nueva York estaba muy caro, porque nos habíamos demorado mucho en la compra de los billetes, pero a través de skyscanner y sus alertas me llegó la oferta de Air France, que lanzaba precios muy buenos durante 72 horas a varias capitales y entre ellas NYC, nosotros compramos los vuelos por menos de 400€ (ida y vuelta), un precio muy asequible para ser principio de verano.
Aterrizamos a la 1 del mediodía, aunque en nuestra cabecita eran las 7 de la tarde, allí son seis horas menos que en España. Nos preocupaba un poco la Aduana porque nos habían dicho que era un trámite muy largo y tedioso y Héctor a pesar de tener un vuelo estupendo, entre risas, horas de sueño y peliculas infantiles, estaba agotado.
Nos dirigimos al control de pasaportes y había una fila terriblemente larga, pero un agente nos llamó al vernos con el niño en brazos y nos pasó directamente sin esperar ni un minuto. Tras enseñar toda nuestra documentación y contestar a las preguntas de rigor (estas de vacaciones? cuánto tiempo? en qué hotel te alojas? vas a viajar a otro lugar de EEUU?…) en el tiempo record de 10 minutos, nos dejó entrar en suelo americano y recogimos nuestros equipajes y la sillita del niño.
Cargados y agotados del madrugón, el vuelo y los nervios nos fuimos a buscar la parada de taxis para ir a nuestro hotel. Había dos personas organizando los interminables taxis amarillos (yellow taxi cab), te preguntan cuantos van a subir, donde te diriges y cuentan el equipaje, en función de eso te asignan el taxi y te dan un papel informativo de la Flat Fare (tarifa plana) entre el aeropuerto JFK y Manhattan, que era donde estaba nuestro hotel. En total con propina unos 65$. Hay otras maneras de llegar a Manhattan, un poco más económicas, pero con el peque nos fuimos a lo más cómodo.

Uno de los iconos de Nueva York son los taxis amarillos
El trayecto es de unos 40 minutos y aunque al principio no ves más que las afueras de NYC y te parece como una ciudad cualquiera, conforme te acercas a Manhattan y empiezan a aparecer rascacielos y calles llenas de gente, cruzas avenidas que reconoces de las películas y no alcanzas a ver el último piso del edificio de al lado…. es entonces cuando te das cuenta….que estas en la Gran Manzana!!!!
Teníamos un hotel muy céntrico de la 8th Avenida, el ROW NYC Hotel. Fue un chollo de esos que encuentro a ultimísima hora que nunca pensé conseguir, aún así he de decir que alojarse en Nueva York es lo que más caro nos resulto de todas las vacaciones.
El hotel está completamente reformado, de estilo moderno, tiene sus cosas buenas como la ubicación y las vistas y sus cosas malas, como la minúscula habitación y los ascensores que son un pelín curiosos y parece que tienen vida propia subiendo y bajando como les viene bien. Pero en general fue un acierto, justo detrás teniamos Times Square y al lado Broadway, desayunábamos muchos días en el Starbucks que hay a 200 metros y tienes restaurantes, pizzerias, supermercado y una tienda gourmet justo en la esquina.

Una de las pizzerias más famosas está muy cerca del hotel.
Cuando terminamos en Check in y dejamos las maletas en la habitación, eran las dos de la tarde, supuestamente hora de comer, y aunque estábamos muertos de sueño y cansancio teníamos que aguantar para no sufrir el desfase horario por la noche.
Encontramos una pizzeria al lado del hotel y al ver el inmenso tamaño de las pizzas, pedimos una porción para cada uno, pero madre mía que porción, era como una pizza de las que hacemos en casa normalmente y nos cobraron 1$ por cada una!. Así que comimos los tres por 7$ con bebidas incluídas y una sonrisa que se nos salía de la cara.
Volver al hotel a dormir la siesta no era una opción, cogí mi Lonely Planet, el mapa de NYC que salía en su interior y mi pequeña guía de apuntes y caminamos hacia Times Square para ver como era aquello.
Creo que no podré describir realmente lo que sentí al llegar, estaba todo en obras y era difícil acceder entre tantas personas que iban y venian en todas direcciones.
Jorge y yo nos miramos como diciendo «pero donde nos hemos metido?!!!» y al final… supongo que la palabra es «deslumbrada» por las pantallas gigantes, por las miles de personas que había allí, por el bullicio y la vitalidad que tenía ese sitio, por las luces, los colores, la mirada de mi hijo completamente alucinado a su tres años con ese despliegue de musica, imágenes y gente. Fue espectacular y a la vez un poco agobiante, pero nunca me olvidare de ese momento.

Puedes sentarte en las famosas escaleras simplemente a descansar y ver todas las pantallas gigantes que te rodean, es un espectáculo!
Después de disfrutar del epicentro de la Gran Manzana durante un rato, decidimos darle la tarde a Héctor para que disfrutara y nos fuimos primero a ver la famosa tienda de Toys»R»Us en Times Square.

La noria de 18 metros de altura era muy chula!
No es una tienda normal de juguetes, eso es el paraíso de los niños, cuando escuchas que en América todo es a lo grande, realmente lo es!
En su interior, esta preciosa tienda de varias plantas, alberga una noria de 18 metros en la que te puedes montar para ver desde las alturas, a Superman sujetando en el aire un camión que cuelga del techo o el Tyranosaurus Rex de 6 metros, al que Héctor se acercó con recelo, porque emitía unos rugidos que ponían la piel de gallina. Es simplemente impresionante el despliegue de juguetes, tienda de chucherias, disfraces, y un largo etc, porque todo lo que se te pueda ocurrir está allí.
Recientemente leí que cerró sus puertas a final de 2015, y está buscando nueva ubicación, nosotros tuvimos suerte de poder verla justo ese verano.

Vista de la tienda desde lo alto de la noria
Con la emoción en el cuerpo y un Spiderman en la mano del niño, porque lo raro hubiera sido salir sin nada de allí, nos fuimos a ver la tienda M&M, y entonces la que se emocionó fui yo, que me encantan esos chocolates.
La tienda tiene tres plantas y miles de M&M de colores, incluso puedes personalizarlos, a parte del chocolate te venden todo lo relacionado con la marca y aunque sea sólo por verla, merece la pena entrar y comprarte unos pocos para el paseo, aunque aviso que son bastante caros.

Tres plantas llenas de M&M´s fue una tentación…
Con Héctor aún con las pilas cargadas y Spiderman comiendo chocolate involuntariamente, nos fuimos a darle el toque final al paraíso infantil y llegamos a Disney Store en Broadway.
La verdad que después de las dos anteriores, ésta nos pareció muy poca cosa, no es tan grande como las anteriores, tiene dos plantas y una pequeña zona donde los niños pueden jugar en la casita de Mickey, pero no perdimos mucho tiempo allí, se había pasado la tarde volando y estábamos agotados, cenamos en un McDonalds que había en la misma acera del hotel y nos fuimos a dormir, el día siguiente iba a ser duro y había que descansar.
…continuará.